Afrutado, sutil y con cuerpo, esta cosecha es un delicioso acompañamiento para cremas y postres muy dulces.
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Estos cafetos crecieron espontáneamente en la selva mexicana. La cooperativa, que reúne a 53 aldeas, produce café de alta calidad, según especificaciones muy estrictas, cosechado principalmente a mano.
Fue durante un viaje a México en 1992, en el istmo de Tehuantepec (en la idea de conocer a las comunidades zapotecas, mixtecas y chontales), que Jean-Pierre Blanc conoció al padre Francisco Van der Hoff, cofundador de la marca Max-Havelaar, y descubrió sus teorías.